"De no haber sido por la gente, esto no hubiese sido Martín Fierro"

Muchas veces parecería que predomina la idea que sólo es posible alcanzar el éxito y el progreso por caminos ventajosos. Sin embargo, tan innumerables como desconocidas son las historias de ciudadanos que se levantan día a día a trabajar y logran alcanzar la construcción de un futuro mejor.
A los 33 años, Horacio Barrios es uno de esos tantos personajes que con orgullo cuenta cómo llegó a ser propietario de Carnes «Martín Fierro», la carnicería ubicada en el corazón del barrio Coronel Aguirre que este mes cumple su 13º aniversario.
El 5 de marzo de 1997, Horacio se hizo cargo del negocio ubicado en Soldado Aguirre 2053, tras aceptar la propuesta de Francisco Penzato, quien era su patrón en aquel momento. El desafío era muy importante: la carnicería había estado alquilada hasta hacía muy poco tiempo y su imagen era muy negativa. Pero Horacio no dudó; si la propuesta era trabajar, él estaba dispuesto a remontar el negocio en sociedad con Penzato.
«Los primeros momentos fueron muy duros y me costó; todo fue desde abajo», manifiesta este reconocido carnicero que hoy recibe en el comercio a más de 400 personas.
Para llegar a ese importante número de clientes, debió pasar primero por semanas desiertas, en la que un puñado de compradores se proveía de alimento. Poco a poco las ventas fueron aumentando. Horacio recuerda, casi como una anécdota, que la semana inaugural vendió sólo una media res y un mocho, situación casi idéntica en la segunda, aunque esta vez se reducía a la media res.
Tras notar los compradores que la carnicería tenía otros dueños y que el mobiliario había mejorado sustancialmente al igual que las condiciones del local, a los 3 meses ya se vendían tres medias reses por semana y a los 6 alcanzaban a ser ocho en el mismo lapso de tiempo.
El trabajo realizado inicialmente por Horacio no fue poco. A pulmón y con sus propias manos, revocó, lijó y pintó las paredes; compró una heladera y una batea usada pero en buenas condiciones; y se dispuso a atender al público con la mejor predisposición.
El resultado de su primer año tuvo un balance positivo; la carnicería tomaba color y ya estaban en más de 12 medias reses. Tal es así que tras cuatro años de sociedad con Penzato, le propuso hacerse cargo de los gastos del local y comprarle la carne a él.
Después de 4 años, Horacio tomó las riendas del negocio el 10 de marzo de 2001. Y, con ellas en las manos, comenzó a escalar en sus ventas, visitando bares, restaurantes y parrillas, a lo que se suman la posterior faena propia y el abastecimiento a otras carnicerías de la ciudad.
«Carnes Martín Fierro S.R.L.» hoy cuenta con seis carniceros y una cajera. La carne es propia, comprada a particulares. La metodología es concurrir al campo, elegir las tropas más selectas, comprarlas y llevarlas al frigorífico para el auto abastecimiento. Si no hay buenos animales, sí se recurre al frigorífico para elegir la carne que quieren vender. «Yo creo que esa fue una de las claves del éxito», afirma Horacio.
Al principio todos decían que «estaba loco» y que en el barrio no iban a consumir la carne que él quería ofrecer. Como buen visionario, la idea de innovación que lo orientaba estaba correctamente orientada. Él decía convencido: «Si vos innovás y educas a la gente a que compre bueno y pague unos mangos más, la gente humilde también apta por comer bueno».

Seguir creciendo, pensando en dar una mano
Gracias a los logros conseguidos con la carnicería, Horacio pudo llevar alimentos no perecederos a La Lomita, un pueblo muy carenciado de Formosa. A su vez, fue él quien organizó la primera maratón solidaria a beneficio de los comedores escolares de las escuelas Nº 1204 y 1266.
Ahora, su proyecto es seguir creciendo mediante la puesta en marcha de otra carnicería, a lo que se suma las propuestas para la distribución de carne en comunas cercanas. Respecto al último tema, sostiene que tiene la «pelota contenida» porque considera que «el que mucho abarca, poco aprieta», aunque reconoce que «el conformismo no es bueno tampoco».
«Recostarme en el éxito no es lo mío, al igual que enceguecerme con la plata; sino que quiero crecer pensando a quien darle una mano», manifiesta.

Detrás del progreso, una familia inspiradora
Este joven carnicero cuenta que cuando arrancó, su sueño siempre fue tener carnicería propia para poder dar una mano a su familia en Formosa. Brindar trabajo o una ayuda para que estudien sus hermanos, eran sus principales objetivos. Hoy, lo acompañan en la carnicería sus hermanos Alberto y Roxana.
Su señora e hijos también ocupan un lugar especial en los momentos que inspiraron hacia el progreso. El embarazo de su esposa Vanesa Casas marcó un antes y un después en la vida de Horacio. Aquel momento significó un crecimiento en lo personal y comercia, que lo llevó a independizarse en el 2001.
«Nació Fernando y salió un nuevo sol. Me abrió el camino para todo; me motivó a esforzarme más. Él fue el puntapié de todo. Después nació mi hija Celeste, que también es un sol», contó Horacio con un sentimiento que nacía desde su más sentido interior.



Un sentido agradecimiento
Hablar de su familia fue un momento propicio para que surgiera una importante lista de agradecimientos, en la que no quiso restar ningún tipo de mérito a su querida Vanesa, quien estuvo a su lado desde 1999 y lo ayudó en los peores momentos. También estuvieron presentes su familia y los amigos.
Un lugar especial dejó para Francisco Penzato, el «pato» Gamarra y a Osvaldo Giménez. Estos últimos tuvieron papeles fundamentales en su vida: el primero, le dio un lugar en barrio Mortelari cuando llegó a la ciudad con tan sólo 16 años; el siguiente, fue quien le vendió la carnicería.
El escalón más alto de los agradecimientos lo ocupan los clientes, porque tal como Horacio siempre repite: «De no haber sido por la gente, esto no hubiese sido Martín Fierro».
La convicción por esta idea es tan fuerte que todos los años organiza sorteos para el Día de la Madre y el aniversario, como un modo de reconocer a quienes hacen posible la existencia de «Martín Fierro».

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